En ‘La revolución s3xual’ hablamos con Marina Castro, sexóloga y terapeuta de pareja, sobre por qué los ruidos y gemidos pueden potenciar el placer s3xual.

“La seducción y provocaciones hacen que nos excitemos mentalmente y aparezca el deseo de contacto físico y genital. Pero a veces las palabras o los gemidos y gritos dan un efecto de excitación, de tensión física, por activación del sistema nervioso simpático. Hay personas que utilizan los gritos para facilitar el orgasmo”. Lo explica Pere Estupinyà, bioquímico divulgador científico.
No solo gritamos en un acto de placer como el s3xo. “Gritamos y gemimos cuando algo nos gusta mucho. Si estamos comiendo un bombón y nos encanta, es muy fácil que nos salga un ronroneo. Igual que los gritos de un niño encima de un columpio cuando se lo está pasando bien. Es la manera que tenemos de expresar el bienestar”, explica en el podcast la especialista Marina Castro, psicóloga, sexóloga y terapeuta de pareja.
¿Gritar nos puede excitar todavía más? “Para la gente que es auditiva sí», afirma la experta. «El hecho que haya sonidos en el sexo ayuda a concentrarse en lo que está pasando», dice. Ahora bien, a otras personas quizás no les funciona: “Si una persona tiene otro sentido predominante –personas táctiles–, si entra un estímulo por otra lado, se puede desconcentrar”.
La expresión verbal y los gemidos nos ayudan a expresar lo que nos gusta, y a la vez a entender lo que le gusta a nuestra pareja sexual. Además, la hiperventilación aumenta la presión sanguínea, y la facilidad para llegar al orgasmo. “Es muy interesante lo que pasa en términos de excitación y de morbo través de los sonidos y de los relatos. Compartir una fantasía con la pareja a la vez que tenemos s3xo nos puede excitar mucho”, explica Castro. “Desde la desinhibición, los sonidos son fantásticos”, apunta.
¿Qué decir y cómo decirlo?
Cómo explica Marina Castro, tan importante es lo que se dice como la manera o la forma en como lo decimos. La experta en sexología da unos consejos:
1. Usar un tono de voz adecuado, sugerente, no imperativo: “Si uso un tono frío, puede no despertar nada en el otro”.
2. Comentar fantasías que tenemos, explicar relatos eróticos…
3. Frases subidas de tono o incluso palabras malsonantes: “Todo es posible si todo es consensuado y basado en el respeto. Ambas personas tienen que entender que estamos haciendo un juego, no humillando el otro”.
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